Esta fue la quinta versión de las ya famosas ferias del circuito de arte que se hacen cada año en Bogotá. El proyecto fue grabado en Odeon un antiguo teatro en el centro de la ciudad, este lugar no solo está colmado de historia sino que además se ha convertido en una galería de arte, lo cual lo hace un escenario muy especial y le otorga un contenido más plástico a la imagen con su arquitectura, sus entradas de luz natural y altos contrastes.

Fue un proyecto de mucha investigación porque vendrían artistas de muchos países en el que Brasil era el invitado de honor. Con las imágenes lo que hicimos fue tratar de entregar pistas sutiles de lo que más adelante se expondría en el marco de la feria, y encontramos que eligiendo algunos elementos de las obras de los artistas que participarían en esta edición, construiriamos escenograficamente el número ‘15’ día de la inauguración en el mes de octubre. Toda una narrativa visual para dar una información muy concreta, la fecha de un evento.

Filmar videos musicales es un salto a la creatividad por su inmensa libertad para proponer ideas y esto es una gran responsabilidad al mismo tiempo por la necesidad de darle orden de producción a narrativas no convencionales. Un concurso de baile y el robo de un banco son dos sucesos que difícilmente pueden coexistir, sin embargo, logramos contar esta irrealidad con varios planos secuencias y cambios de color para reforzar los diferentes momentos de esta historia.

Iniciamos con los amarillos y los cálidos para contar la historia junto a la abuela, los verdes para el inicio del robo en el banco, los rojos y azules con la llegada de la policía, y terminamos con una explosión de colores para pasar al momento en que estalla el concurso de baile. Usamos la llegada de la policía y la intermitencia de las luces de las sirenas como elemento conector para pasar de la realidad a la ficción, y adentrarnos en exploración del color a través de la luces LED.

En este comercial logramos una narrativa divertida con un poco de humor negro. El ICBF buscaba sensibilizar sobre la premisa “lo que parece una cosa a veces es otra” y los juicios de valor superficiales, para motivar a los empleadores a consultar una base de datos de agresores sexuales, antes de contratar a su personal. Rodar en el centro de Bogotá siempre es emocionante por su contenido histórico pero a la vez desafiante para la producción por la logística necesaria, de manera que la única alternativa era filmar los exteriores en un formato absolutamente documental, a una sola cámara. En los interiores sí pudimos tener un mayor control por lo que, junto con Andrés Buitrago, el diseñador de producción, trabajamos en conjunto para crear una paleta de color que logró entregarle al proyecto el factor universal y atemporal que requería.

Para este comercial nos inspiramos en la estética de algunas campañas deportivas, mostrando el esfuerzo y posterior desgaste muscular al cual se someten los atletas de alto rendimiento cuando desempeñan sus actividades físicas. Las imágenes están cargadas de vigor y fuerza, destacando el desempeño de los deportistas con quienes trabajamos en esta campaña.

Siento mucho cariño por el proyecto, ya que con él estrené mi Alexa mini LF, la cual junto a los lentes Leica R nos permitieron obtener la estética que buscábamos, en donde la luz, el color y el humo tuvieron un papel muy importante para crear las diferentes atmósferas. Quizás uno de nuestros mayores desafíos tuvo que ver con los desplazamiento internos en la locación, debido a la gran magnitud del espacio que implicaba mover a cuestas todo el montaje varias veces en un día muy largo de filmación.

Para la marca era importante mostrar el proceso desde la cosecha, lo cual me permitió poder llegar a lugares del país como el Caquetá y vivenciar la transformación de esas zonas en posguerra, ofreciendo una mirada más cercana a nuestros caficultores, esos que con amor y esmero producen ese café colombiano que se disfruta en todas partes del mundo. Estos viajes y estas personas me confrontan y me enseñan a crear nuevos criterios y nuevas maneras de entender mi país.

Una parte de la campaña se filmó en la tienda Juan Valdez de la Zona G en Bogotá con una cámara Alexa Mini y unos lentes Cooke S5i, mientras que en los viajes a los diferentes cafetales del país utilizamos una Canon C200. El reto fue conjugar dos mundos, filmados de forma diferente, en una sola pieza.

El video nos habla de una transformación, un proceso artístico en el que la tela se convierte en vestido. La danza representa justamente esa fusión entre lo bello y lo funcional, ofreciendo a las prendas como las protagonistas de un baile en donde exhiben su textura, movimiento y confort. Como queríamos recorrer el espacio y acompañar la danza con el steadycam se hacía necesario iluminar todo desde el techo para no revelar las luces ni el crew mientras la cámara se movía libremente por el espacio. Esto me llevo a diseñar una parrilla de luces conectadas a una consola de dimmers que me dieron no solo la libertad de los movimientos de cámara sino también la posibilidad de modificar el contraste en vivo con la entrada y salida de la luz en cuadro.

Me uní con mucha emoción en este proyecto, haciendo honor al pacto que teníamos entre Salomón Simhon, el director, Salomón Beda el artista y yo. Fue una cadena de favores, donde Beda le daba una serenata a mi esposa y después yo le ayudaba a Simhon con la cinematografía del videoclip. 

Este video expone en varias secuencias una cadena típica de desamor en la que se pone de manifiesto una continua ruptura de relaciones amorosas. Usamos el steadycam para transitar de historia en historia de manera fluida y así poder acompañar y explorar los diferentes contrastes y matices de los personajes en sus locaciones.

Yo siempre quiero entrar en la cabeza del director/a para entender de la manera más precisa lo que quiere contar y esta vez, además, debía entrar en la cabeza de la diseñadora de la colección Olga Piedrahita, quien a su vez se había inspirado en algunas ilustraciones botánicas del siglo XIX.

De manera que debía entender distintos universos, por eso es clave estar siempre desarrollando las habilidades de comunicación y poder fluir cuando hay mesas creativas. Cada uno de estos universos terminó convirtiéndose en una puesta en escena y escenografía diferente. Gracias al trabajo de Sofia Reyes la diseñadora de producción, logramos que en cada uno de estos espacios la protagonista siempre fuera la tela, que al finalizar se convierte en bosque y la modelo se funde con esta transportándose a ese espacio natural real.

El comercial de Punto Blanco tenía una narrativa abstracta, un imaginario que estaba solo en la mente de Juan Ruy, quien iba descubriéndolo en el set y a medida que grabábamos, él con gran input sobre el encuadre iba encontrando las formas que buscaba. Mi reto era acompañarlo en su búsqueda y encontrar en tiempo real las soluciones para luz y los movimientos de cámara.

La experiencia de grabar en otras ciudades, en este caso Medellín, es que no siempre existe la posibilidad de transportar todos los equipos técnicos ni de viajar con mi crew, lo cual al principio me preocupó porque nuestra propuesta era que todo estuviera en movimiento simultaneo, los modelos, las luces, y la cámara. Para esto necesitábamos varios dollys funcionando al mismo tiempo, lo cual ya es un reto técnico muy alto; en estos casos lo que yo intento es ser más minucioso con los detalles de la preproducción y hacer muy efectiva la comunicación con el crew de este rodaje.

Como padre me sentí muy identificado con este comercial por su narrativa universal, la cual logró transmitir que sin importar tu realidad o de dónde provengas, todos los padres nos enfrentamos al desafío de la crianza; el video nos muestra esta preocupación y ofrece como cierre una respuesta comprensiva y consecuente por parte de los hijos.

Para este comercial tuvimos que tomar decisiones inteligentes, ya que teníamos que desplazarnos a diferentes locaciones, por lo que debíamos elegir los equipos más ligeros.  Empleamos una Sony Venice (Lentes Hawk anamórficos) y su posibilidad de filmar en asas muy altos, permitiéndonos usar pocas luces, y así lograr la versatilidad que necesitaba nuestro rodaje.

Este proyecto con Cultura Profética fue muy emocionante ¡Literalmente prendimos a una persona en llamas! Lo que la banda quería plasmar era una denuncia ante el gobierno y su actuar, una idea abierta que atravesó todo un proceso de metamorfosis partiendo desde la manifestación colectiva, pasando por la indiferencia, para convertirse finalmente en una confrontación directa entre el pueblo y el estado, al cual todo ‘le da igual’ aún estando envuelto en llamas.

Me siento muy satisfecho con el resultado obtenido, fue una gran producción, tuvimos acceso a varios recursos y llevamos a cabo una ejecución técnica muy bien lograda de los elementos haciendo que todo luzca muy real, pero sobre todo, manteniendo la seguridad. Para este proyecto era muy importante que le dieramos un uso eficiente y coordinado a cada una de las herramientas como la techno-crane, el steadycam y la gente de efectos especiales, para poder filmar todo en un solo día.

Este proyecto tenía que ser hecho con luz natural, inclusive los interiores/noche, lo cual nos obligó a realizar un proceso de scouting muy riguroso en muchos bares de Bogotá, los cuales debían tener suficiente luz para el sensor de la Canon C200. Al final escogimos las locaciones con más neones y luces fluorescentes para darle al videoclip el resultado que buscábamos, un look urbano, colorido, pero natural. 

En los últimos años es el proyecto en el que más tiempo he pasado haciendo preproducción, tuve mucho tiempo para conversar con Juan Ruy, y probar varios lentes y movimientos de cámara. En este proyecto aprendí que a la ausencia de presupuesto, contar con el recurso del tiempo permite a través de la creatividad solucionar los aspectos técnicos y al final entregar piezas con una cinematografía de estándares internacionales.